La tecnología está continuamente renovándose y es por ello por lo que las viejas bombillas incandescentes tienen los días contados.
Como sustitutas aparecieron las bombillas de bajo consumo, pero planteaban un problema: No podían emplearse en vehículos porque tardaban demasiado en coger temperatura y dar así la intensidad óptima (si tenemos una en casa podemos comprobar como tarda en calentarse y en iluminar eficazmente unos dos minutos).
Fue entonces cuando se recurrió a las bombillas Led, que se utilizaban en ordenadores y circuitos pero cuya finalidad no era iluminar sino señalizar algo, como por ejemplo que la impresora estaba enchufada y activa.
Esta fuente de luz tiene tres características fundamentales que las hacen muy útiles:
1. Su vida útil es extremadamente larga
2. Aunque se tengan horas encendidas, nunca se calientan
3. Se puede modificar su intensidad
Por lo tanto el mercado automovilístico no tardó en incorporarlas a la cadena de producción.
El uso más cotidiano visto hoy en día es que se le da a las luces diurnas o de posición, porque aunque se tenga el coche a contraluz, la luz fría del Led se aprecia en todo momento. También se utilizan para la luz de posición trasera, aumentando la visibilidad del coche
.
Ahora que todo se ha vuelto muy “eco” nunca mejor que utilizar esta tecnología porque no gastan casi nada, aunque utilicemos 20 bombillas no llegar a gastar lo mismo que una normal, que se calentará y se fundirá tarde o temprano.
Lo malo es que si por algún casual se llegara a fundir una de estas bombillitas, es mejor dejarlo en manos del taller porque resulta complicada su manipulación y podemos fundir todo el circuito (son muy pequeñas y no se enroscan)
Esta tecnología tiene múltiples aplicaciones y también se podría utilizar como ya se ha hecho en Reino Unido, para señalizar las carreteras.
Se han sustituido los tradicionales reflectores de los guardarraíles por estos diodos que se recargan por el día mediante una célula fotovoltaica.
Como sustitutas aparecieron las bombillas de bajo consumo, pero planteaban un problema: No podían emplearse en vehículos porque tardaban demasiado en coger temperatura y dar así la intensidad óptima (si tenemos una en casa podemos comprobar como tarda en calentarse y en iluminar eficazmente unos dos minutos).
Fue entonces cuando se recurrió a las bombillas Led, que se utilizaban en ordenadores y circuitos pero cuya finalidad no era iluminar sino señalizar algo, como por ejemplo que la impresora estaba enchufada y activa.
Esta fuente de luz tiene tres características fundamentales que las hacen muy útiles:
1. Su vida útil es extremadamente larga
2. Aunque se tengan horas encendidas, nunca se calientan
3. Se puede modificar su intensidad
Por lo tanto el mercado automovilístico no tardó en incorporarlas a la cadena de producción.
El uso más cotidiano visto hoy en día es que se le da a las luces diurnas o de posición, porque aunque se tenga el coche a contraluz, la luz fría del Led se aprecia en todo momento. También se utilizan para la luz de posición trasera, aumentando la visibilidad del coche
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Ahora que todo se ha vuelto muy “eco” nunca mejor que utilizar esta tecnología porque no gastan casi nada, aunque utilicemos 20 bombillas no llegar a gastar lo mismo que una normal, que se calentará y se fundirá tarde o temprano.
Lo malo es que si por algún casual se llegara a fundir una de estas bombillitas, es mejor dejarlo en manos del taller porque resulta complicada su manipulación y podemos fundir todo el circuito (son muy pequeñas y no se enroscan)
Esta tecnología tiene múltiples aplicaciones y también se podría utilizar como ya se ha hecho en Reino Unido, para señalizar las carreteras.
Se han sustituido los tradicionales reflectores de los guardarraíles por estos diodos que se recargan por el día mediante una célula fotovoltaica.
Los datos son abrumadores con una disminución de los accidentes del 72%, porque los diodos se pueden ver desde 900 metros y en todo momento se prevé con facilidad hacia donde se dirige la carretera.
Para que nos hagamos una idea, la señalización es idéntica a la de las pistas de los aeropuertos, marcando el arcén de la derecha de color verde y el de la izquierda de color rojo pasando por la línea central en color amarillo.
De esta forma se indica el carril por el que se ha de circular y si son de sentido único o de dos.
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