Es la gran pregunta que todos nos hacemos a la hora de comprarnos un coche.
Para saber certeramente cuál nos conviene más, tendremos que tirar de calculadora. Porque el mismo motor en las dos versiones tiene una diferencia en torno a los 800€, superior en el diésel. A ello hay que sumarle la diferencia de precio del litro de cada uno de ellos, ya que actualmente cuestan casi lo mismo e incluso hace un tiempo, la gasolina fue más barata.
La respuesta es clara. Si queremos utilizar el coche para la cuidad y no tenemos pensado hacer más de 10.000 kilómetros al año, deberíamos decantarnos por el motor de gasolina. Pero hay que estar muy atentos a las ofertas que las marcas hacen de determinados modelos, ya que suelen ser coches con motor diésel que tienen una gran rebaja. Aquí si que ni nos lo pensamos, porque es mucho más barato que el gasolina (un ejemplo de ello es el Ford Focus 1.6 TDCI por 13.650€).
Llegados a este punto, cualquiera puede pensar que un motor de gasóleo es mejor porque suelen consumir un 40% menos que la versión de gasolina. No caigamos en la trampa, ya que repito que ese supuesto sólo es válido si vamos a realizar más de 10.000 kilómetros al año.
Una vez resuelto el aspecto del consumo, vamos a describir brevemente las características de cada uno.
El motor diésel es muchísimo más eficiente que el gasolina, porque aprovecha más del 60% de combustible para mover el coche, mientras que el gasolina sólo el 15%. Es decir, por cada litro de carburante, el 40% y 85% de la energía se pierde (elementos electrónicos del coche, aerodinámica, fricción con el pavimento…)
Hay una diferencia bastante grande en cuanto a la dureza. El motor gasoil es mucho más “tosco y rudo” y el gasolina es más sensible. Para conducir un gasolina debemos tener más suavidad con el acelerador porque se nota todo, por el contrario al diésel deberemos acelerarle con más contundencia para obtener potencia (un motor de gasóleo pesa bastante más).
Existe una leyenda urbana acerca de la vida útil de los motores, que data en los 125.000 kilómetros para un gasolina y los 150.000 para un diésel. Pues bien, tiene de cierto que es el mínimo al que llegarían esos coches si son conducidos por salvajes (dejando aparte los modelos defectuosos). Porque hay que decir que si cuidamos nuestro coche, llevamos al día su mantenimiento y no castigamos duramente la mecánica, este nos puede llegar a durar más de 600.000 kilómetros. Por eso, esa leyenda sólo deberemos tenerla en cuenta a la hora de hacernos con un coche de segunda mano.
Respecto a las averías, la sensibilidad del motor de gasolina le hace pasar más veces por el taller. Aunque son bastante más económicas que las del diésel, pese a que este tenga menos.